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Esercizio di scrittura in vista dell'esame
Typology: Exercises
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JOSÉ MARÍA GUELBENZU 7 SEPT 2022 Ahora que al mundo del cine lo acusan de repetitivo, de insustancial, de vivir a costa de remakes, de comedias tontas y de explosiones, llamaradas y toda clase de efectos especiales, no dejo de pensar en lo que fue el mundo de las estrellas hasta hace apenas treinta años, quizá menos. Porque lo cierto es que las llamadas estrellas de la pantalla han desaparecido del firmamento del cine. ¿Qué estrellas? Bien, estoy pensando en actores como Cary Grant, James Stewart o John Wayne, o en estrellas como Ava Gardner, Audrey Hepburn o Lana Turner. La verdad es que nadie les exigió ser grandes actores o actrices, aunque unos lo fueran de verdad y otros se limitaran a repetir su personaje. De hecho ha habido grandes actores (Charles Laughton, por ejemplo) que no alcanzaron la popularidad o el gancho de las estrellas, pero eso era sencillamente porque las estrellas eran otra categoría y lucían como tales por encima de cualquier otra consideración. La verdad es que aquél era un mundo de una falsedad total en el que nadie era lo que parecía, pero también es cierto que sólo unos cuantos seres de origen humano entre muchos miles alcanzaron la categoría de estrellas. Y si alguien me pregunta qué tenían esos elegidos que no tuvieran los demás, sólo les puedo responder con una palabra: glamour. Por lo general, las estrellas de hoy se caracterizan por ser efímeras o por ser sustituibles. Un año resulta ser la reina de las pantallas Cameron Díaz y cuando ya la tienes localizada resulta que ahora la reina es Jennifer Anniston; y apenas unos meses más tarde la reina es una tal Angelina Jolie, pero luego abres el Tentaciones de la semana siguiente y resulta que la que manda es la hija de Goldie Hawn, que ya ni me ha dado tiempo a enterarme de cómo se llama. Los tiempos cambian, qué duda cabe, y también cambia la velocidad de crucero de los acontecimientos. Los músicos o los actores responden a necesidades simples, a representaciones inmediatas. No hay dos Lou Reed, pero hay centenares de Britneys Spears, y por eso son tan fugaces; hoy todos los ombligos van al aire. ¿También cambian los sueños? Las estrellas, los mitos, responden a deseos y originan sueños. El culto actual a la velocidad, a la prisa, al logro urgente, favorece el intercambio urgente, pero no permite el tiempo de reposo que necesita un símbolo para conformarse; quizá tenga que ver con la diferencia que existe entre un modelo y un espejo: el primero es un resumen de ejemplaridad, del orden que sea; el segundo se limita a reproducir nuestra imagen. No diré que confundo a Gwyneth Paltrow con Cameron Díaz, pero sí diré que, más o menos, me da lo mismo una que otra. La diferencia es escasa, el repertorio también y la imagen responde a un mismo estereotipo. También era un estereotipo la rubia, pero ¡vaya si se distinguía a Lana Turner de Marlene Dietrich! El problema está en que las estrellas eran símbolos y aun mitos, y las estrellitas actuales son chicas y chicos en todo semejantes a los espectadores que les contemplan. ¿Democracia? ¿Igualitarismo? Me temo que la razón es el puro ejercicio de la compraventa. 'Cómprese a sí mismo' vienen a decirte. ¿Y las estrellas qué eran si no? Pues lo mismo, en efecto, pero tenían glamour, que es lo que no tenían los espectadores. La masificación sólo quiere más de lo mismo, y especialmente el consumidor quiere verse reflejado en las pantallas. No quiere imaginarse, quiere verse; ésa es la diferencia. Las estrellas eran un producto, sin duda, pero entraban en una pantalla o en un salón y suspendían el aliento de los presentes. No juzgo; yo, como decía Guillermo Brown, sólo hago constar un hecho. ¿No hay mitos? Lo más parecido hoy quizá sea una Sigourney Weaver, el resto parece un interminable procesión de colegialas arregladas. Actores o actrices admirables sigue habiendo, es una línea que se mantiene constante, pensemos en Kevin Spacey o Julianne Moore; pero estrellas... El cielo se ha desplomado sobre nosotros. O no necesitamos mitos o, lo que sería más doloroso, ya no sabemos lo que es un mito.
Profesores JUAN JOSÉ MILLÁS Lo lógico es que el cojo sea partidario de las muletas, el miope de las gafas y el dispéptico del Almax. ¿Quién no intenta mitigar sus carencias? Solo el ignorante contumaz se revuelca feliz en su pocilga. Si no logra disfrutar de Shakespeare, lo borra de la historia de la literatura. Si no ha podido con el Quijote, lo califica de coñazo insufrible. Si no comprende la filosofía, la tacha de entretenimiento inútil para vagos. Millán Astray, uno de los burros más notables y peligrosos de la historia de España, sacaba la pistola cuando escuchaba la palabra cultura. Nos recuerda un poco a Procusto, el célebre personaje de la mitología griega que cortaba o estiraba las piernas de los huéspedes que no se adaptaban a la longitud de su cama. El uno estaba convencido de que la medida canónica de todos los cuerpos era la de su lecho; el otro no soportaba que hubiera alguien con más conocimientos de los que poseía él. Viene esto a cuento de la carta que Esperanza Aguirre ha dirigido a los profesores de la enseñanza pública de la Comunidad de Madrid. Plagada de faltas de ortografía, les anuncia en ella los recortes que ha decidido aplicar a la educación. La cama de Procusto. Si yo no sé colocar los acentos, que nadie de mi entorno sepa hacerlo. Es probable que Aguirre no haya escrito esa carta, quizá ni siquiera la leyó antes de darle curso (así están las cosas), pero seguro que fue revisada por la Consejería responsable de enseñar a escribir a los madrileños. No pasa nada, tenemos también un responsable de transportes que desconocía la existencia del Metrobús. Cuando saltó el escándalo, Aguirre resistió la tentación de eliminar ese billete a fin de adaptar la realidad al tamaño de su consejero, pero en lo de la ignorancia contumaz parece dispuesta a sacar la pistola. Dice que hacen falta más policías que profesores. El País, 09/09/
Muertos
FERNANDO DE ARVIZU, Diario de León
Los padres de la joven protestan en la puerta de la cárcel
Ramón M.M., el último de los tres menores condenados por el asesinato de la joven Sandra Palo en un descampado de Leganés en 2003, ha salido de la cárcel de Navalcarnero (Madrid), ante la protesta e indignación de los padres de la víctima. A las puertas de la cárcel, los padres de Sandra Palo han hecho visible su rechazo a la puesta en libertad de Ramón, alias 'Ramoncín', en una acción similar a la que realizaron el pasado viernes frente a la sede del Ministerio de Justicia en Madrid. El recluso ha abandonado la prisión pasadas las nueve de la mañana a bordo de una furgoneta blanca, que ha aumentado su velocidad al pasar por delante de los periodistas allí concentrados. Los padres de la joven. 'Ramoncín' fue condenado a ocho años de internamiento más otros cinco de libertad vigilada, junto a otros tres jóvenes, dos de ellos menores edad, por el asesinato perpetrado en mayo de 2003. A las puertas de la prisión, los padres de la víctima, María del Mar Bermúdez y Francisco Palo, han mostrado su indignación por la puesta en libertad del condenado. Vestidos con camisetas con la fotografía de Sandra, han denunciado que su hija fue secuestrada, violada y asesinada, y han dicho que quieren justicia tras nueve años sin ella. Bermúdez ha afirmado que Ramón M.M. "no está para salir a la calle" porque "tiene una conducta de psicópata" y porque, según un auto de 2008 donde se citaba "un estudio de la Universidad Complutense, es un manipulador que no ha mostrado arrepentimiento". Entre lágrimas de rabia, la madre de Sandra Palo ha confesado a los periodistas que el "asesino" de su hija "hará lo de 'Rafita'" -Rafael F.G., otro de los menores que, con 14 años, participó en el asesinato de la joven y que cumplió su pena en junio de 2010-, estará "permanentemente en busca y captura". Tras recalcar su indignación por la puesta en libertad de Ramón, María del Mar ha subrayado que se siente amenazada y ha advertido a políticos, jueces y fiscales sobre sus reacciones. "Nunca hemos pedido venganza, ni pena de muerte, solo justicia", ha dicho la madre de Sandra, quien ha asegurado que no parará hasta que se haga justicia. También ha denunciado el trato de favor recibido por el asesino de su hija para abandonar esta mañana la prisión, ya que no ha salido como el resto de los reclusos, en un autobús, sino que se le ha permitido salir desde dentro de las instalaciones a bordo de una furgoneta particular. Sandra Palo, que tenía 22 años y padecía una minusvalía psíquica, murió el 17 de mayo de 2003 después de que los cuatro participantes del crimen la introdujeran en un coche cuando esperaba el autobús, la condujeran hasta un descampado, la violaran y atropellaran en repetidas ocasiones, para posteriormente prenderle fuego.